13

- El arte de la guerra dice: Aprovecha los contratiempos en tu beneficio - proclamas triunfante - Por cierto, ¿no está por aquí Sun Tzu?

- Él y Clausewitz hicieron una competición para ver quien la tenia más larga y... bueno, el caso es que están muertos.

- No importa, te diré lo que haremos.

- ¿Unirnos a la orgía? - sugiere Heráclito sin dejar de mirar lo que ocurre en el campo de batalla.

- Tenemos que aprovechar la confusión para introducirnos en el castillo y cercenar la voluntad del enemigo capturando a la Reina.

- Pero comandante, no disponemos de hombres, están todos comprometidos en la lucha. ¿Cómo lo...? - se detiene un instante - Olvida lo que he dicho. Tengo al hombre perfecto.

Dicho esto, sale corriendo hacia el campamento. La batalla se mantiene estática. El frente avanza y retrocede permaneciendo siempre en el mismo punto. Minutos después, montados en un carro aparecen Heraclito junto al alguacil, en la parte de atrás, una jaula cubierta con un pedazo de tela.
Entre los dos bajan la jaula y la transportan hacia lo alto de la colina.

- Comandante, situaciones desesperadas exigen medidas desesperadas- señala Heraclito mientras de un tirón, descubre el contenido de la jaula. Esta encierra a un tipo espigado de aspecto descuidado y porte chulesco.

A una señal de tu asistente, el alguacil abre la puerta de la jaula. El tipo sale lentamente consciente de su importancia. Se pavonea delante de ti.

- Podéis chuparme todos el cimbrel - espeta sin pestañear.

La mano de Heráclito hiende el aire hasta impactar con fuerza en la cara del reo, con el fin de dominar su espíritu rebelde con violencia gratuita, aunque con ello solo consigue que el detenido se reafirme en su rebeldía.

- Más respeto, estás delante de un gran hombre. - gruñe tu ayudante de campo.

- Tu madre - se atreve a responder.

Heráclito se dispone a darle otra bofetada, pero le detienes. Eso hará que el preso te tenga algo de respeto. En Raíces pasaba algo parecido.

- ¿Quién es?

- Es Michelle Houllebecq, señor. Estaba encerrado por.... insubordinación.

- No es un filósofo. - señalas a juzgar por su atuendo: unos vaqueros y una camisa blanca que deja al descubierto los frondosos pelos de su pecho.

- Pues no, es escritor; pero toca muy bien la moral.

- Soltadle - ordenas con voz firme- y que elija entre la gloria y la ignominia.

Tras sopesar unos instantes sus opciones, decide unirse a tu grupo. Ahora sólo necesitas un plan.





. Si entras a la fortaleza por el escondrijo que te sirvió de huida, ve al post 40

. Si subes por una escala, ve al post 62