Se acercan los examenes parciales, y los pasillos de la facultad de medicina están abarrotados de estudiantes y cadaveres para estudiar, a partes iguales.
La cafeteria es un hervidero de nervios, donde el cafe corre como las cajas de preservativos en una fiesta universitaria.
Pides una cerveza al barma y de inmediato cuatro chicos que se han privado de beber mientras esten de servicio, te dedican una mirada de rabia y envidia, que te hace alejarte de allí y sentarte en una mesa apartada del bullicio general.
No has dado un par de sorbos, cuando una voz familiar te reclama.
- Hombre Aurelio, ¿todavia sigues en la facultad?
Gastón siempre tuvo bueno humor, pero lo perdió al terminar el instituto.
- Pues si, a tu madre le hace ilusión tirarse a un universitario.
Prorrumpis en risas, mientras pides otra caña para él.
Le explicas que fue de tu vida desde que os dejasteis de ver, cuando se licencio en físicas, hasta ese momento.
Para animarte, te propone que le acompañes a su trabajo en un laboratorio gubernamental en las montañas. Os terminais las cervezas y poneis rumbo hacia allí en el todoterreno de Gastón.
Pese a estar financiado por el ministerio de defensa, la seguridad es relajada, tanto, que te dejan pasar con sólo mirar tu carnet de inspector de pechos. Con el 100% de las mujeres, no te ha funcionado nunca...
En lugar de al despacho de Gastón, os trasladais a un pequeño cubiculo con enormes pizarras repletas de ecuaciones ocupando cada centimetro de las paredes. En medio, un individuo bajito y con gafas, juguetea con una tiza, mientras mira concentrado una integral incompleta.
Gastón te presenta. Es Hugo Reinher, famoso astrónomo que tiene la teoria de que en Marte hay vida, solo que se esconde muy bien.
- Ya que te has traido a tu amigo, que nos ayude con nuestra pequeña discusión - sugiere Hugo.
- Por mi perfecto - añades.
- En ese caso - dice Gaston- Dinos, ¿Cual es el mejor físico?
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