Escucháis angustiados el quejumbroso ruido del casette a medida que la cinta se va reproduciendo. Cuando se detiene, no ocurre nada. Has fallado.
Os echan a patadas del local. Avergonzado, te ofreces a ayudar a Paola con sus chuletas. Dos horas y once post-its después, empieza el examen.
Cuando sale del aula abatida, sientes que la has defraudado.
- No te preocupes Paola, intentaré ayudarte.
Entras a la sala, donde la profesora, una cincuentona por la que los años pasaron de puntillas, está sentada tras una mesa repleta de examenes. Te arreglas el pelo y te subes los pantalones y te acercas a ella.
Te sientas en una esquina de la mesa. La profesora te mira por encima de sus gafas. Ni siquiera eso la hace más sexy, pero tienes una deuda pendiente con una pobre chica y tienes que apechugar.
- ¿Como va eso? - le preguntas con tu mejor sonrisa.
Ella no responde, ni siquiera parpadea. Intentas ligarte a la profesora, sin éxito. Lo vuelves a intentar
- ¿Quieres saber como de viva esta mi lengua, encanto?
No sabes que es lo que ha podido molestarle, pero de sopetón se levanta, agarra una grapadora y te la lanza a la cabeza, presa de una rabia incontenible. Por fortuna la esquivas y puedes salir corriendo.
Sentados en un banco del pasillo. Le comentas lo sucedido a Paola.
- No se que ha podido molestarle.
- Es muda - responde condescendiente.
- Ah.
Paola vuelve a casa. Se ha hecho de noche y el cuerpo te pide marcha, pero a lo mejor no es buena idea continuar con un día nefasto...
. Si vuelves a casa, recógete el rabo (metafórico) entre las piernas en el post 35
. Si te vas de marcha, recárgate la pila en el post 72