- Lo único que lamento de quedarse sin testículos, es que nunca podrán chocar contra tu suave trasero.
Desde luego no eres un dechado de finura y buen gusto. Las feministas se enfurecen.
- ¡¡¡Falocéntrico!!! - te escupen con rabia. Más de una saltaría en ese momento sobre ti y haría inútil la acción del láser, con una sola dentellada.
Regina ordena silencio.
- Humanos, siempre igual...
Las chicas se miran estupefactas.
- ¿Humanos?
- Hombres, quiero decir, hombres...
Parece que el piropo ha surtido efecto, pues manda que te desaten de la camilla y te lleven a sus aposentos, donde te sacrificará en nombre de Susan B. Anthony.
Estás seguro de que no es más que un eufemismo, sobre todo cuando, en la soledad de la habitación, se arrodilla ante ti dispuesta a...
Lo que sigue a continuación es demasiado luctuoso para describirlo. Regina resulta ser una especie de reptil metamórfico que te devora (esta vez sin eufemismos) sin compasión.