¿Quién mejor que el padrino del Soul para acabar con Negrácula? Sopesas entre varias opciones, o bien algo de sus comienzos o el archiconocido Living in America.
- Negrácula no es muy patriota que digamos.
La información proviene de un afroamericano algo mayor, cuyas gafas de pasta son su rasgo más distintivo.
- ¿Como sabe que...?
- ¿Qué ese disco es para detectar a Negrácula? - te interrumpe - Nadie compraría un disco de James para otra cosa. Está en este barrio ¿verdad?
- En efecto - admites sorprendido por la sabiduría del desconocido.
- Lo persiguiendo desde el 76, cuando me robo unos pantalones de campana que me regalo Ottis Reading. Oh, pero perdone mis modales, me llamo Don Cornelius.
Le pides que te acompañe a la base. Los demás miembros no ven con buenos ojos que hayas llevado a un desconocido a su lugar secreto, además te has olvidado del disco.
- No os preocupeis - intenta tranquilizar Cornelius - en cuanto Negrácula me vea, se mostrará ante mi. Tenemos cuentas pendientes.
- Más vale que sea verdad - gruñe Cromwell.
En cualquier caso, Cornelius porta un misterioso radiocassette al hombro, cuando al anochecer, os dirigís al cementerio dispuesto a darle caza.
La bruma recubre las lápidas, que sobresalen de la tierra como los dientes de un anciano.
Un búho ulula a lo lejos, añadiendo a la escena el toque clásico de las películas de terror.
Los informes indican que la zona preferida de Negrácula para atacar a sus victimas, es cerca del panteón de los Banner. Como esperabais, el lugar está desierto, pero cuando Cromwell se dispone a abrir la puerta del mausoleo, un remolino se forma a vuestras espaldas.
- Ah, Don Cornelius, mi archienemigo que me ha perseguido por todo Harlem, desde el principio de los tiempos.
La voz proviene del interior del torbellino, que bate las hojas de los arboles cercanos, cada vez con más intensidad.
Don Cornelius coge una cinta de su bolsillo, la mete en el casette y le da al play.
- Aquí termina tu reino del terror, bestia de la Motown.
Comienza a sonar don´t stop till you get enough, de los jackson five. El remolino cesa de súbito y aparece la decrépita figura de Negrácula, que se envuelve en su túnica dejando a la vista la cara carmesí de la misma.
- Oh, no, ¡¡¡Los Jacksons no!!! ¡¡¡Ni siquiera son negros!!! - vocifera con su último aliento.
El cuerpo del vampiro comienza a convulsionarse, mientras un liquido negruzco escapa al exterior por cada poro de su piel, hasta que finalmente se derrite formando un charco de plástico negro.
Agradeces a Don Cornelius su ayuda. Le invitas a una copa, pero él rehusa. El mal aún anda por las calles y sólo su sabiduría es capaz de erradicarlo.