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Algo alejada del resto del parque, se alza una mansión victoriana de aspecto lúgubre. Por las ventanas abiertas de par en par, se contonean desgarradas cortinas, que una vez decoraron con gusto, los muros de la casa.

- Tengo miedo Aurelio - susurra Calma, abrazada a ti.

Tratas de tranquilizarla con un beso en la frente.

- No te preocupes cariño, es sólo una atracción.

Os adentrais en el vestibulo. El suelo, los cuadros grotescos colgados de las paredes, los escasos muebles de época que decoran la habitación, todo está cubierto por una gruesa capa de polvo. La iluminación es escasa, las lamparas de aceite repartidas por la estancia, apenas os permiten vislumbrar un par de metros a vuestro alrededor.Avanzais con sigilo por un pasillo, deteniendoos a cada instante, intentando escuchar el indicio de algun movimiento extraño. Una puerta entreabierta, se vislumbra al final. Y hay luz. Correis hacia ella. Es la cocina. Igual de vacia que el salón. La mesa está puesta, hay cubiertos para cuatro y en el fuego, hierve una cacerola.

Te acercas a ella, temiendo lo peor. Cuando levantas la tapa...

Un grito te sobresalta. Es Calma. Te giras como un resorte, una pareja de extraños, un hombre y una mujer de aspecto malencarado, con cicatrices gemelas en la cara, la retienen y amenazan con sendos cuchillos afilados.

- Dejadla malditos! - gritas con furia, pero los malhechores rien. - ¿quienes sois? ¿Que quereis?

La chica es la que responde.

- Somos Desidia e Inexperiencia. ¡Y lo que queremos es acabar con lo vuestro! - se gira para hundir su cuchillo en el pecho de tu amada, pero reaccionas como un jaguar enjaulado, cojes la olla y la lanzas sobre ella.

El agua hirviendo hiende su carne y la hace retorcerse en el suelo, pidiendo ayuda. El hombre se acerca a ella. Aprovechas el despiste y coges de la manoa Calma. No podeis volver por donde vinisteis, asi que salis por una puerta que va a parar a una habitación, de la cual solo se puede salir por una escalera. Subis por ella mientras escuchais los gritos de furia de los atacantes. Llegais al desván. No hay salida! Te acercas a las ventanas, bajo una de ellas, se amontona un monton de heno. Sin perder un segundo, haces que Calma salte sobre él.

Contemplas su vuelo, hasta el suelo. Ha llegado ilesa. A tus espaldas, Desidia e Inexperiencia, se preparan para atacarte por sorpresa, pero el reflejo del cristal de la ventana los delata, te agachas y haces un barrido lateral que les hace perder el equilibrio. Aprovechando que están en el suelo, pateas sus cabezas hasta que los dejas sin sentido. Saltas entonces por la ventana.

La caida es dura, pero apenas te has hecho un par de magulladuras. Huis lejos del parque, mientras, desde la ventana del desván, los asesinos te amenazan.

- Corre Aurelio, pero adonde quiera que vayas, alli te seguiremos. No podrás descansar jamás.

Pasan los días. Estais hospedados en una pensión de un pueblo fronterizo. La comida es buena, el aire limpio y la gente amable. Una noche, le pides a Calma que se case contigo y que os establezcais alli.

En lugar de una respuesta afirmativa, como esperabas, ella te mira con ojos vidriosos.

- Lo siento Aurelio, lo he estado pensando, pero tengo que dejarte. Es por lo que pasó en aquella casa. No me mataron si, pero contigo, tarde o temprano lo harian.

La mañana siguiente, la ves partir camino de su hogar. Una lágrima se desliza por tu mejilla. Tu mente está en otra parte, de lo contrario, te habrias dado cuenta que Inexperiencia está a tu espalda, con el cuchillo a pocos centimetros de tu cuello...

FIN