El deber es el deber. Intentas hacérselo comprender al Richal y sus acólitos, pero deciden oponer resistencia.
El reducido espacio de la estancia te beneficia, pues sólo pueden atacarte de dos en dos. Pronto acabas con los esbirros. Es hora de la pelea final con el patriarca.
En una titánica lucha que pasará a los anales de la historia de la guardia civil, consigues reducirlo, sin embargo este se resiste y te golpea con una pata de jamón de la que estaba dando buena cuenta antes de tu llegada. No es un nunchaku, pero duele igual.
Es su última acción, pues abatido por el esfuerzo, se derrumba en el suelo.
Tu llegada a la empresa es triunfal. Llevaban décadas buscando al Richal. Recibes una llamada del mismísimo Botín. Quiere concederte la medalla al interés neto.