Te sientes identificado con las vivencias de esas pobres gentes. Tras cada uno de ellos, se esconde una historia de pobreza y deudas impagables. Bastante tienen ya.
Te echan del trabajo al volver con las manos vacías, pero no importa, porque sabes que cuando tengas problemas, cuando el banco te presiones, cuando necesites unos melocotones a buen precio, siempre habrá un ninja dispuesto a echarte una mano.