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Correr sólo serviria para convertir las espaldas de tus hombres en dianas para las lanzas enemigas. Llamas a la lucha sin cuartel. La sorpresa del ataque dura poco, y pronto una melee de soldados con multitud de luchas personales se extiende por el valle.

El sol recorre la cupula celeste, hasta alcanzar su cenit. Llegado este momento, los estomagos de los contendientes rugen con más fuerza que sus gritos de furia. Se hace un parón para comer. Mientras los soldados comen decides arengarlos.

- ¡Degustad esas viandas, pues esta noche cenaremos en el infierno!

- Vaya ánimos que nos das, macho. - increpa alguien.

- Además, que el infierno no existe - apostilla otro.

Heráclito se te acerca corriendo. Trae noticias sobre el enemigo. Parece ser que el resto de los lenguajes de programación se dirigen a la batalla, para vengar la muerte de Ajax.

- Y estos no son de carne y hueso. - advierte- Son intangibles. ¡Dice la leyenda que ningún hombre puede matarlos!

Intentas tranquilizarle. Tú te ocuparás de ello.

Media hora pasa, y el combate se reanuda. La situación parece estancada, ninguno se eleva como vencedor. La sangre se mezcla con el barro y los miembros cercenados por las afiladas espadas, forman pequeños montículos allá donde pongas la vista.

Como general, te mantienes apartado de la lucha. Tu enemigo es otro. Avanza hacia la refriega con paso firme, al ritmo de un tambor cuyo sonido comienzas a percibir sobre los lamentos de dolor y los sollozos.

El pánico se extiende por el valle, como el contenido de un superpetrolero por la costa gallega.

- ¡¡Ahí llegan los siete!! - grita Heráclito desde el puesto de mando, situado en una colina lejana.

Los lenguajes de programación se unen a la lucha, diezmando a tus hombres de forma alarmante. Te lanzas sobre el más cercano: Basic. Tu espada de brillantes no servirá de nada contra el. Su filo sólo lograria atravesar el aire del que está formado. Tendrás que probar otra cosa, tu técnica más mortal: El algoritmo asesinato.

Sigilosamente te colocas a un par de metros de su posición, lo suficiente para que te escuche decir:

- 10 print "muere"
20 goto 10
30 run

Basic se retuerce de dolor antes de desvanecerse, como lágrimas en la lluvia. Uno menos. No muy lejos de allí, C++ se divierte abofeteando a Hiparco de Alejandria. Repites la misma táctica, pero haces demasiado ruido y el malvado lenguaje descubre tus intenciones. Empuñando un Stack Pointer afilado, corre hacia ti.

#include
int main()
{
std::cout << “¡¡¡Muere!!!” <<>
}

A media carrera, cae fulminado como si hubiera compilado una versión de Windows. C, que lo ha visto todo, se abalanza sobre ti como un gato herido.

- Oh Dios mío, ¡¡¡has matado a mi hijo!!!!- grita con la cara desencajada por el dolor. - Prepárate a morir. ¡¡¡Maldito!! Que la boca de saturno acoja tus entrañas cuando las desparrame por el campo de batalla.

- #include
int main(void)
{
printf(”¡¡¡Muere maldito!!!\n”);
return 0
}


¡¡¡No ocurre nada!!! Debe haber un error en el codigo. C esta cada vez mas cerca y mas cabreado. Entonces lo descubres, ¡¡¡faltaba el punto y coma del return!!!


#include
int main(void)
{
printf(”¡Muere!\n”);
return 0;
}


C se derrumba sin sentido justo a tiempo, pero hay alguien que se te ha pasado por alto: ¡Cobol! que intenta sorprenderte por la espalda. Por fortuna su arma, un trabuco de la guerra de independencia, se queda sin mecha.

IDENTIFICATION DIVISION.
PROGRAM-ID. HELLO.
ENVIRONMENT DIVISION.
DATA DIVISION.
PROCEDURE DIVISION.
DISPLAY “Muere”
STOP RUN.

Con la guardia pretoriana de Tiagorda derrotada, sus soldados pierden la confianza en la victoria. Los que no se rinden, huyen hacia la seguridad de un bosque cercano. Varios filosofos los persiguen para rematarlos, pero el reuma que les aqueja, les impide correr mucho y pronto abandonan la persecución.

Heráclito corre hacia ti pleno de alegria.

- ¡Lo logramos! ¡Lo logramos! Es increible, ¡los has derrotado! ¿Pero cómo? La leyenda no puede equivocarse.

- Bueno, a los informáticos no se nos considera hombres de verdad.

- Pues tú te has ganado el apelativo de Aurelio el macho y por él serás recordado en estas tierras por siempre jamás.

- Un momento, no lances las campanas al vuelo pues Tiagorda sigue sentada en el recio trono real y pese a que sus ejércitos están en desbandada y desmoralizados, bien puede encontrar un comandante que insufle en ellos el espíritu de la revancha.

- Uau, hablas como un estadista... Tú por eso no te preocupes, ya nos ocuparemos nosotros.

Satisfecho por la victoria y ansioso por contarle a tu novia que otros hombres te consideran un hombre de pelo en pecho, cabalgas hacia el horizonte infinito, esperando despertarte de un momento a otro.

Pasan los días y sigues allí, recorriendo ese extraño mundo , deslumbrandote con sus parajes psicodélicos... Descansando en la cabaña de Fray Perico, te llegan noticias de la derrota de los filosofos a manos de la Reina, por lo visto esta preguntó quien era el jefe, para rendirse ante él, y aprovechando la semana que tardaron en decidir que no tenian ninguno, reunio a un puñado de soldados y acabó con ellos.

- Filósofos... No valen para nada.

Recoges tus bártulos y montas en tu caballo. Tal vez haya suerte y pronto despiertes...