101

Tratas de contener los nervios que hacen que te aferres a la escoba como si fueran los pechos de Megan Foxx y continuas barriendo, lejos del pasillo donde la caja continúa moviéndose violentamente.

El ruido de la madera chocando con las baldas de metal sobre la que están colocadas las cajas, te acerca peligrosamente al paroxismo. Pones rumbo al ascensor, dispuesto a dimitir. De pronto te detienes, puede que por tu instinto de supervivencia, tu sexto sentido o el chicle que has pisado. Una de las cajas dos pasos por delante tuya, estalla en mil pedazos proyectando astillas en todas direcciones.

Si hubieras dado un paso más, ahora estarías muerto y las canicas de Daniel el travieso correctamente embaladas. Escuchas unas voces que provienen de la entrada. Suenan como tu vecino, ese que regenta una tienda de... ¡Chinos!

El miedo te deja paralizado y así te encuentran un grupo de cinco asiáticos que han ido a asaltar el almacén.

Te llevan a una fábrica ilegal, donde fabricarás carteras Guchi de importación junto con doscientos esclavos más. Al menos consigues hacer una amistad, un tal Jim que parece estar algo loco a juzgar por las historias sobre mundos extraterrestres y viajes en el tiempo con las que ameniza los turnos de noche.