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Le comentas que prefieres el sabor refinado de un buen pescado a la correosa textura del solomillo. La cena transcurre tranquila, como en una película de Disney, bajo el lienzo estelar de tiempos pretéritos.

Tras cantar algunas canciones para ahuyentar a los coyotes y calentar el espíritu, os metéis en los sacos a dormir.

Un violento zarandeo te despierta. Abres los ojos dispuestos a recriminar a Garrison por su poca educación, pero en lugar del mostacho del vaquero, te topas con el rostro lampiño de un piel roja con varias cicatrices que muestran que no es de esos que recolectan bayas para el cocido.

Te levanta violentamente. Cuatro indios más curiosean entre las pertenencias del cuatrero, de cuyo rastro no hay constancia. Te atan a un palo como si fueras un vulgar cochinillo y te transportan a su poblado. Te lanzan al suelo en mitad de un puñado de tipis, desperdigados junto a un río.

Te ponen en pie y te atan al totem de la tribu. El pico de un loro te sobresale entre las piernas, pero no es eso lo que te preocupa. El jefe de la tribu, se acerca amenazadoramente, blandiendo un afilado Tomahawk.

Para romper la tensión, decides echar mano del lenguaje universal de la risa.

- Se abre el telón y aparece un indio obeso. - empiezas, con tu mejor imitación de Chiquito de la calzada - Se acerca otro indio, levanta la mano izquierda y le saluda. ¿Como se llama la actriz?

- Gordi Jau.

Nadie se ríe, ni siquiera el hechicero, que lleva una mascara que representa a una hiena.

- Goldie Hawn... ¿No lo pilláis? - tu pregunta se convierte en súplica.

La ceremonia comienza. Los guerreros bailan enajenados alrededor de la hoguera, mientras el hechicero berrea en el idioma navajo todo tipo de maldiciones hacia tu persona.

La excitación se apodera de los guerreros, que se van acercando cada vez más cerca con peores intenciones.

El lejano sonido de una trompeta llamando a la carga, hace cundir el pánico en el poblado.
Pronto se han olvidado de ti, están muy ocupados intentando rechazar el ataque del sexto de caballería.

Inmovilizado en el poste, eres testigo de la derrota india, cuyos guerreros se baten en retirada en busca de otros territorios.

Un soldado te libera de tus ataduras y te ofrece formar parte del regimiento, en vista de que ha habido un par de bajas. Aceptas tras meditarlo unos segundos. Siempre habrá tiempo de volver a casa.