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Contempláis como la mujer salta sobre los cuerpos inermes de los caídos en acción, camino de la calle.

Nada más poner un pie fuera es recibida por una lluvia de balas que, sin embargo, parecen rehuirla como los hippies al jabón. Finalmente se pierde entre las callejuelas sana y salva. Pronto abrazará a sus hijos.

Sin embargo tu permaneces encerrado en la asediada oficina postal. Bajo fuego de cobertura, cuatro carteros logran montar una barricada en la puerta, con mesas y macetas.

La noche llega sin novedad. Fuera, los holnistas parecen mantener las posiciones en espera del momento definitivo para lanzar su asalto. Dentro, la situación está degenerando hasta límites incontrolables. Los carteros permanecen tranquilos, pues es una guerra que llevan décadas luchando, pero el grupo de once ciudadanos que, como tu, quedo atrapado en la oficina cuando comenzó el tiroteo, no está acostumbrado a situaciones así.

Sólo uno de ellos permanece en calma. Un tipo duro, de piel curtida y manos grandes, que masca chicle sin dejar de mirar a la puerta. Tratas de confraternizar con él, pero lo único que consigues sacarle, es que se llama Napoleón. Te arrastras hacia la barricada de la entrada, donde el jefe de correos y el cartero que te estaba atendiendo, montan guardia.

- ¿Todo tranquilo muchachos?

- Sin novedad. Esos cabrones están esperando al amanecer. Hasta entonces, estamos seguros.

Una ráfaga de ametralladora barre la entrada, destruyendo los pocos restos de cristales que cubrían los ventanales. ¿Para qué habrá abierto la boca...?

Comienza un feroz intercambio de disparos. Por un momento parece que la situación se va a estabilizar, pero los holnistas cuentan ahora con fuego pesado. Un mortero convierte el vestíbulo en el pórtico del infierno, acabando con la vida de tres carteros. Napoleón arranca de los fríos dedos de uno de ellos un fusil de asalto, y lidera la evacuación de los supervivientes, hacia el almacén de atrás.

Mientras cubre la retirada, diriges a los civiles y a un par de maltrechos carteros hacia un rincón de la habitación. Con ayuda de unas cuantas cajas, montas una barricada tras la cual podéis crear un campo de fuego en la entrada.

Los holnistas penetran en la oficina de correos, pero uno a uno van cayendo bajo el fuego de vuestros rifles. La situación es crítica. A Napoleón sólo le queda un cargador y los carteros no están en mejor situación.

Preparas a los civiles para lo peor. Informas a las damas que si alguna no quiere morir sin conocer los placeres de la carne por última vez, puede contar contigo.
Ninguna se ofrece.

La última bala roza el brazo de un holnista, lo suficiente para hacerle soltar el arma. No hay más, Estáis perdidos.

Un estruendo sacude entonces el edificio. Escucháis como los holnistas gritan de pánico, mientras caen bajo el fuego de varios fusiles automáticos.

En el polvoriento almacén, entra finalmente la figura familiar de un cartero.

- Carteros del distrito 14. ¿Alguien ha pedido un paquete?

Los supervivientes estallan en vítores hacia sus salvadores. Napoleón le pide un chicle al cartero y tira el arma a un lado.

- ¿Por qué te llamas Napoleón? - le preguntas por curiosidad.

Se encoge de hombros.

- Me lo puso mi madre.

Todo lo que ha pasado te da fuerzas para volver a Industrias Lassiter y hacer que te hagan la entrevista de nuevo. Consigues una cita con el gerente. Al contarle toda la historia, te da el trabajo. Fue cartero en su juventud. Te pasa una tarjeta con una dirección.

- Quiero que te encargues de una peligrosa banda de ninjas. Me da igual qué hagas con el resto, pero quiero que me traigas al cabecilla, vivo. No tenemos datos sobre él, los que nos dio son falsos. Sólo estamos seguros de que es un hombre.

- Un momento. No me han contratado para esto - reclamas.




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